Desde que en 1983 se estableció la primer zona de 30 km/h como proyecto piloto en la pequeña ciudad alemana de Buxtehude, otras muchas ciudades en toda Europa (Francia, Bélgica, Reino Unido, etc.) han probado sus beneficios en centros urbanos, barrios y cercanías a la escuela.
Pontevedra fue la primera ciudad española que de manera decidida apostó por la ciudad 30 en todas sus vías en 2010. Otras ciudades han aplicado zonas 30 pero limitado al centro urbano y algunos barrios.
Pontevedra fue premiada en Córdoba en el II Encuentro de Ciudades para la Seguridad Vial (2011), lugar donde el anterior Director General de Tráfico anunció que limitaría a 30 la velocidad en calles de un carril.
En 2013 nació la Iniciativa Ciudadana Europea “30 km/h: por unas calles habitables!” que proponía 30 km/h como límites de velocidad estándar en toda la Unión Europea para áreas urbanas/residenciales. Debían recoger en un año un millón de firmas de siete estados miembros de la Unión Europea (UE). Si bien la Comisión Europea no estaba obligada a poner en práctica la propuesta, tenía que pensar en ello seriamente en un plazo de 3 meses.
Las autoridades locales podían utilizar otros límites de velocidad si demostraban cómo se satisfacían las necesidades medioambientales y de seguridad de los usuarios más vulnerables, es decir, los municipios mantendrían la capacidad de establecer excepciones cuando sea necesario (modelo Ciudad 30/50). En España se estima en 489.000 km las vías urbanas y en 165.567 km las vías interurbanas.
La Unión Europea cuenta con objetivos medioambientales y de seguridad vial claros, pero no se cumplen. Por ejemplo, el Parlamento Europeo aprobó con mayoría absoluta su “Informe sobre seguridad vial” e incluía la recomendación de establecer 30 km/h como límite de velocidad urbana estándar en toda la Unión Europea.
A esta iniciativa se unió ConBici, Andando, Ecologistas en Acción, Stop Accidentes, Asociación para la prevención del Tráfico (P(A)T), CCOO y Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza (ADEGA) en España. Las Iniciativas Ciudadanas Europeas nacieron en 2012, por lo que no se conocía muy bien como podía salir. Hubo en total cerca de 40.000 firmas del millón necesario y España quedó la segunda, después de Alemania, con más de 4.000 firmas, aunque se esperaba alcanzar 50.000. Pero de lo que si quedó afianzado fue una demanda ciudadana en este sentido.
El Nuevo Reglamento General de Circulación espera aprobarse a finales de 2014, y en él se recogen la velocidad máxima de 30 km/h en la mayoría de las calles en zona urbana.
Firmé la petición «30 km/h – Por unas calles habitables» durante la campaña de recogida de firmas. Sin duda es una medida necesaria. Yo diría que, de hecho, es imposible circular más rápido por el centro de las ciudades o en los barrios sin poner en peligro la seguridad de otros usuarios de la calle. Yo mismo no suelo superar los 30 km/h en la mayoría de mis desplazamientos callejeros.
Cierto que hoy día el límite sigue siendo 50 km/h y está permitido circular a más de 30 km/h, pero resulta temerario circular a esa velocidad. Los perjudicados son siempre los más débiles, ciclistas y peatones, que se ven obligados a estar siempre alerta con el tráfico agresivo de algunos conductores y sus excesos, cuando simplemente con reducir el límite de velocidad, sobre todo en los barrios y centros urbanos, se garantizaría un uso más civilizado de la calle. Y no es sólo una cuestión de seguridad, sino de habitabilidad de las calles, como bien decía el lema de la campaña: no está justificado que tengamos que vivir nuestras ciudades como lugares hostiles y peligrosos por culpa del tráfico.