Ya hemos explicado la afirmación: «Más espacio para el coche da lugar a más coches, más congestión y numerosos problemas«, así como «Menos espacio para el coche da lugar a menos coches, mejor movilidad y mayor calidad de vida«.
Pensar que más infraestructura para el coche solucionará la congestión, es como creer que una talla más de pantalón remediará el sobrepeso.
¿Qué pasa si no aumentamos las infraestructuras para el coche pero tampoco las reducimos? ¿El transporte público reduce la congestión del tráfico motorizado?
Podemos llegar a un error si no le quitamos expectativas al abuso actual del coche. Invertir una gran cantidad de recursos para fomentar la movilidad a pie, en bicicleta o en transporte público, es insuficiente sin disuadir el abuso del coche.
Cada espacio público que deja de usar un coche, porque se guarda en parking privado, se pasa al transporte público, a la bicicleta…, se vuelve a ocupar por otros coches. Es la denominada «demanda latente», «conductores ocultos», etc.
Por tanto, en la mayoría de los casos, más usuarios transporte público, en bicicleta, andando, puede no reducir la congestión del tráfico.
Esta «demanda latente» es necesaria frenarla restándole espacio al abuso actual del coche: reduciendo carriles, aparcamientos, etc. Es una medida impopular, por lo que es necesario invertir en formación y en comunicación para entender el problema y proyectar una ciudad mejor para todos.