Aunque los papeles reproductivos y productivos de las mujeres están cambiando, por ejemplo, “el 66% de las ministras de Zapatero no están casadas y su índice de natalidad es muy inferior a la media española”, es en la familia donde se sigue transmitiendo un modelo que otorga y responsabiliza a la mujer el ámbito de lo privado/doméstico y al hombre de lo público (política, negocios, cultura, trabajo remunerado, etc.), porque el hombre no asume, comparte, ni desarrolla los roles femeninos.
En el ámbito productivo, la sobrecarga de la formación continua profesional que supone para la mujer junto con los roles de ama de casa y/o cuidadora, limita el ascenso profesional. También de están los estereotipos sexistas como fuerza, agresividad, insensibilidad, individualismo, independencia, poder, competitividad, curiosidad, ingenio y agresividad en lo masculino, y sumisas, dependientes, afectuosas, generosas, colaboradoras, frágiles en lo femenino.
Las mujeres dedican una media de 6 horas al trabajo doméstico, mientas que los hombres en este grupo de actividades dedican unas 2 horas, según cifras de Erostat. Un 32% de hombres afirmaban que no se ocupaban en absoluto de las tareas de la casa, mientras que solo un 3´9% eran mujeres. Todas las políticas a favor de la igualdad de oportunidades ayudan, pero escapan a la vida familiar.
Las mujeres acuden masivamente a cursos de formación y coordinan actividades voluntarias y voluntaristas, que les envuelven en su tiempo sin mucho rendimiento personal y con poca trascendencia para la mejora del sector. Los varones buscan el prestigio de la profesión.
Creemos que la clave de un cambio cultural como el que pretendemos en Melilla ConBici está en la formación continua, pero volvemos a caer en la misma dicotomía doméstico/laboral. En un artículo publicado en el diario El País, titulado “Más formación para la igualdad” y cuyo subtítulo era “Nueve empresas españolas apoyan a la mujer en su promoción laboral”, una mujer, empleada de Unión Fenosa afirmaba:
“He tenido que compaginar la vida familiar con el trabajo y los estudios. Después de trabajar llegaba a casa, daba de cenar a mis hijos y a mi marido y a estudiar. A veces hasta la una de la madrugada. A las seis de la mañana de vuelta al trabajo… Esto me da la posibilidad de ascender, antes no me habría sido posible”.
Deberíamos preguntarnos por qué las mujeres no son tan visibles en cargos o liderando determinadas asociaciones. Os dejamos algunas de las causas de exclusión:
- La necesidad de atender en casa. La incorporación de la mujer al mundo laboral y seguir encargándose de llevar las tareas domésticas a una doble jornada laboral.
- La obligación de cuidar a los hijos e hijas. Este concepto tradicional ha roto el desarrollo profesional de muchas madres que han decidido renunciar a sus trabajos o a su mejora.
- La posibilidad de quedar embarazada.
- La falta de confianza en sí misma. Ej. Algunas mujeres piensan que no van a ser capaces de imponerse a un grupo compuesto por un número importante de varones.
- La historia condicionada. La mujer ha estado tradicionalmente excluida de puestos de poder.
- Estereotipos femeninos. Las mujeres son consideradas histéricas, indiscretas, asustadizas, frágiles…
- La falacia de la excepción. No es cierto que todas las mujeres puedan alcanzar lo que alguna ha logrado, aunque se escuchen afirmaciones como: “si una mujer puede, cualquiera puede”.
Sin embargo, necesitamos el estilo de dirección estereotipadamente femenino: abierto, innovador, con un firme sentido de la calidad, centrado en la persona, flexible, comunicativo y persuasivo. Algunos investigaciones (Santos Guerra, 2007) han encontrado algunas diferencias favorables al género femenino en las siguientes áreas:
- Uso de poder: tienden más a dar poder a los otros que a acumular poder personal.
- Resolución de problemas: son multimentales, mezclando adecuadamente intuición y racionalidad.
- Habilidades interpersonales: saben escuchar, tienen empatía.
- Grupos de trabajo: utilizan habilidades de miembros del grupo en la dirección.
- Dirección participativa: están centradas en el grupo y no sólo organizativamente.
- Asunción de riesgos: asumen riesgos para perfeccionar la actividad.
- Atención a la diversidad: su primera consideración es el personal.
- Resolución de conflictos: buscan soluciones que permitan ganar a todos.
- Desarrollo profesional: participan en un trabajo aunque no sea parte de su función. Están implicadas en la búsqueda del desarrollo.
Lo femenino muestra una tendencia a minimizar las diferencias de status y están dispuestas a luchar por la armonía del grupo (Powel, 1991).
Por toda esta justificación, en Melilla ConBici nos hemos planteado dar un premio desde nuestra perspectiva de género con la intención de hacer más visible a todas esas personas que por la sociedad actual parten con cierto handicap. La entrega será en el Campus de Melilla, el martes 11 de marzo, en la charla que tenemos por la tarde con motivo del curso «Movilidad sostenible. Un nuevo reto para la educación«.
El primer premio «Género» de Melilla ConBici se lo hemos dado a Olga Rubio.