Demográficamente, mientras en las «civilizaciones del norte» la población va envejeciendo, en Melilla tenemos una de las mayores poblaciones menores de edad de España (con los peores datos en abandono y fracaso escolar). Antes de empezar os proponemos algunas cuestiones para el debate.
- ¿Cómo depositar en los menores todas nuestras esperanzas cuando construimos ciudades donde no tienen cabida?
- ¿Cómo se puede hacer un discurso donde se ensalzan valores de la juventud, cuando la percibimos como un estorbo o amenaza al ocupar las calles?
- ¿El espacio para los menores no puede quedar relegado a un parque infantil con colores intensos y habitaciones repletas de juguetes?
- ¿Estamos negando la libertad de movimiento a los menores por razones de seguridad, haciendo más inseguros los espacios públicos?
- ¿Nos centramos más en el «no ser» de los menores que en el «ser«?
- ¿Los menores se enfrentan a ser valorados más por las proyecciones adultas, que por la propia realidad?
- ¿La intolerancia social a que los menores corran riesgos podamos vincularla, cada vez más, con una creciente dependencia adulta hacia los más pequeños?
Sobreprotección vs. Autonomía.
¿Nos estamos saltando etapas fundamentales del aprendizaje de los niños por no dejarle hacer las cosas por sí mismo? Si los menores no son capaces de evaluar riesgos, la probabilidad de que sufran accidentes se multiplica. El miedo y la desconfianza tienden a retroalimentarse, restringiendo la autoestima.
La reclusión infantil no sólo ha sido un proceso silenciado, sino que fue asumido por la sociedad del momento sin apenas resistencias, asociando la libertad infantil con el desorden, la inseguridad y el conflicto. Los grandes valores de la humanidad hacia la infancia pueden ser solo un discurso contradictorio. En la práctica subyace el temor adulto hacia menores no domesticados. Prueba de ello lo tenemos en el lenguaje con expresiones como «niños de la calle», de connotaciones negativas y asociada con marginalidad y predelincuencia.
En Melilla ese caso lo vivimos diariamente con los MENA (Menores No Acompañados), donde el malestar no está en la injusticia social que viven los menores, sino en el miedo de la sociedad hacia el desorden que podrían generar.
Ese mensaje se retroalimenta de discursos donde la calle no solo es entendida desde los riesgos físicos, sino también moralmente peligrosa para la reputación de niñas, conduciendo a la holgazanería, el juego, las drogas y la delincuencia.
El recorte drástico y definitivo de autonomía en los desplazamientos cotidianos y en el uso y disfrute de los espacios públicos, vino con el imperio de la movilidad motorizada.
¿Por qué las ciudades mediterráneas han perdido el uso intenso de los menores? Los intereses espaciales de los adultos han entrado en conflicto con los de los menores.
Presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Melilla (FEAVEME), en El Faro de Melilla, el 28 de agosto de 2012:
-¿Y en cuanto a seguridad y ruidos, todo en orden?
-Problemas de seguridad no hay prácticamente. Alguna vez, en el pasado, hace años, unos indeseables se dedicaron a romper coches. Y en cuanto a ruidos, dentro de la urbanización hay una cancha y la Ciudad ha tenido que poner bancos y arbolitos para evitar que los niños que no son del barrio pasaran día y noche dando balonazos. Hemos conseguido que se reduzca mucho ese problema porque también quitaron la red que impedía que la pelota se les fuera a la calle. Ahora se les va.
Mientras culpan a los niños del ruido, es curioso que el 80% de la contaminación acústica en las ciudades sea por culpa del tráfico.
Las madres y padres comienzan a asumir dos roles: el de taxitas para la movilidad de los menores y carceleros de su espacio.
La crianza se privatiza, pasa a ser responsabilidad individual. La sociedad pierde su responsabilidad colectiva. Ahora se tendrá que pagar por todo lo que la colectividad les niega a los menores: espacios para el juego, relaciones con otros iguales, cuidados y vigilancia adulta ajena a la familia… Eneko Astigarraga lo resume en su post «Nos falla la tribu«.
Este «abandono social» a los menores debido a su privatización, delegación absoluta a las familias, ha generado debates en la comunidad educativa como: asumir más responsabilidades de las que debería, delegar a la familia toda la educación del menor…
La autonomía de los menores va a chocar contra estas dos fuerzas contrapuestas:
- Un entorno social inhibido que considera que no le concierne el cuidado infantil y que incluso percibe que cualquier intromisión puede ser vista como una intrusión en el terreno ajeno.
- Unas familias hiperresponsabilizadas que consideran que dejar a los niños solos sin vigilancia adulta es una dejación de una de sus tareas principales.
Un tema para el debate y que ejemplifica lo comentado es: ¿Quién es responsable del sedentarismo infantil?
Perder la calle: datos de un proceso acelerado.
Según algunos datos, en los setenta iban solos prácticamente la totalidad de los menores de edad, en los noventa la mitad y en el siglo XXI sólo a una cuarta parte se les permite ir sin acompañamiento adulto.
La mayor parte de los niños españoles (70%) no van nunca solos al colegio. Del 30% de niños que van solos al colegio, la edad medi está en 9´4 años. En Melilla, más del 70% de los desplazamientos por motivos de estudios no son independientes. Los menos pasan de ir acompañados por mayores a conducir un vehículo a motor, con el riesgo y la responsabilidad que conlleva.
Padres ricos, niños pobres. Curiosa la relación: a mayor nivel educativo de padres, menor autonomía infantil. Asociando la libertad infantil con pobreza, marginalidad o descuido paterno/materno.
También se muestra que los niños disfrutan de algo de más autonomía que las niñas. La presencia de niñas por obligaciones como ir al colegio o hacer recados parecen «justificadas», pero parece impensable deambular y jugar libremente en el imaginario social del género femenino.
Se concluye que los niños de 8 a 12 años tienen capacidad para moverse solos por su localidad, pero que en la práctica no disfrutan ni desarrollan esa capacidad.
La realidad de la movilidad infantil.
Una de las necesidades del Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Melilla es profundizar en el análisis de la movilidad de los menores y los detalles de los desplazamientos (cómo les gustaría ir, qué prejuicios tienen los mayores, etc.), diagnosticar cuáles son las ventajas y obstáculos que se encuentran en los desplazamientos por motivo de estudio, sin cometer algunos de los errores en su estudio. Por ejemplo, un error común es no analizar los desplazamientos menores de 5 minutos: mayoritarios, de cercanía-barrio, activos… Otro error es relacionar la seguridad con la siniestralidad en las calles. Por ejemplo, de los años 90 al 2000, se ha reducido a la mitad los peatones víctimas en zonas urbanas de 6 a 14 años, sin pensar que se ha optado por reducir enormemente la exposición al peligro de esos menores.
¿Los niños se mueven más o menos que los adultos? Según estudio nacionales que no analizaban la movilidad menor a 5 minutos, las diferencias entre menores y adultos no eran significativas. En un estudio de Menorca que si analizaba los desplazamientos menores a 5 minuto, los desplazamientos de menores superaban a los de mayores. Si a ello le añadimos como se incrementaría si la movilidad de los menores no estuviera limitada por los adultos…
El 63% de los desplazamientos de menores de 14 años son andando. En fines de semana el porcentaje baja al 48%, al cambiar las pautas de desplazamiento con una mayor intervención adulta.
Los niños, junto con los mayores de 75 años, son lo que más caminan, e incongruente son los más vulnerables por el abuso del tráfico motorizado.
Seguridad, peligro, riesgo.
En España, los datos de conflictos o asaltos a menores en la vía pública son muy bajos. Las tasas de delincuencia de España están muy por debajo de la que presentan Reino Unido, Alemania, Francia e, incluso, Suecia.
Sin embargo, los pocos casos que se producen de agresiones a menores por partes de personas ajenas a su círculo, funcionan como bombas mediáticas que realimentan y afianzan los comportamientos de control y sobreprotección.
La desconfianza y el miedo generalizado da lugar a la ausencia de niñas y niños en las calles y otros colectivos «pacíficos» y «pacificadores», propiciando un menor control social. Hay una cita que dice: «el mejor policía es una madre con su hijo«.
La desconfianza y el miedo no llega a calar tanto en los menores. El 70% de los menores españoles se sienten seguros cuando van por su localidad frente al 13% que se sienten inseguros.
El tráfico rodado motorizado remata el clima social. A mayor intensidad de tráfico en las calles, menor intensidad en las relaciones vecinales. Un estudio demuestra que en una calle con tráfico ligero, 2.000 vehículo al día y 200 vehículos en hora punta, se constata una media de 6´3 conocidos y 3 amigos por personas. En una calle con tráfico intenso, 16.000 vehículos por día y 1.900 vehículos en hora punta, los conocidos pasan a ser la mitad (3´1) y los amigos a 0´9.
Muchas veces se comete el error al confundir términos como peligro y riesgo. Peligro es todo aquello capaz de generar un daño o mal y riesgo es la probabilidad de que se produzca un daño o mal.
Pero la capacidad de generar daño no procede del árbol que está en una curva, de la conducta impredecible de un niño o de la lentitud de un mayor al cruzar una calle, sino de las máquinas de acero que pesan más de una tonelada, que son conducidas por personas que pueden errar y que circulando a más de 30 km/h, al colisionar con un cuerpo humano pueden ocasionar graves daños. ¿Qué es peligroso?
Actualmente hay dos tendencias que van en contra de la autonomía de movimientos de las niñas y niños:
- Una alta percepción (subjetiva) del peligro exterior por parte de los adultos.
- Una baja estima de la capacidad de los menores de asumir y manejar los peligros percibidos por los adultos.
Una prueba de ello es que algunos menores no saben volver solos a su casa.
Para que los menores puedan crecer sanamente es necesario que corran riesgos, explorando progresivamente su entorno, relacionarse sin intermediación adulta con otras personas y experimentar sus propias capacidades conforme van creciendo.
Primeros 5 capítulos del libro «Camino Escolar. Pasos hacia la autonomía infantil«. Más que recomendable su lectura.
El 8 de octubre de 2013 dimos una charla sobre la pérdida de autonomía de la infancia donde desarrollamos lo expuesto en este post. Así quedó reflejado en la prensa local: «ConBici se plantea como objetivo que los niños vayan solos y andando al colegio«.
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